El Diphillobothrium saginata es un endoparásito céstodo de breve ciclo vital pero de especial virulencia. Entra en su huésped a través de heridas o mucosas y se abre paso hasta el sistema arterial, donde se aferra y alimenta. En un par de días habrán llegado a su madurez, momento en el que se abren paso hasta la mucosa salival y depositan sus huevos. Las larvas eclosionan en menos de 24 horas, durante las cuales el parásito desprende una neurotoxina que provoca la rápida y progresiva enajenación del huésped, volviéndolo irritable y violento. De esta forma el parásito completa su ciclo reproductivo, induciendo al huésped a atacar a un nuevo portador e introduciendo en éste las larvas, claro está, suponiendo que el huésped ataque mordiendo a su presa. Una vez afectado por la neurotoxina, el huésped terminará falleciendo por fallo cardiaco masivo. Lo que tarde esto depende de cada especie y especialmente de la masa corporal del individuo afectado: cuanto menor sea, más rápido llegará el colapso. En humanos esto tiene lugar entre 36 y 48 horas tras la etapa de enajenación.
Los síntomas de una infección por Diphillobothrium saginata son:
- Hasta las 48h aproximadamente se asemejan a una gripe. Los más comunes son fiebre, debilidad, dolor articular, náuseas, mareos, escalofríos y jaqueca.
- A partir de las 48h, comienza la etapa de la puesta en la mucosa salival. En ese momento el huésped sentirá además garganta irritada, tos y, en menor medida, esputos con sangre.
- En ese instante comienza el efecto de la neurotoxina, momento en el que el huésped sentirá irritabilidad y fotofobia de manera creciente. En pocas horas los afectados pueden llegar a un estado de enajenación maníaca con tendencias homicidas.
- Por último, y si el huésped no es tratado debidamente, a partir de las 36 horas (en humanos) sobrevendrá el fallo cardíaco.
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